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lunes, 20 de agosto de 2007

Sí… ¡Pero con mucha fantasía!

Sí… ¡Pero con mucha fantasía!

Un reloj de pared al estilo cu-cú que en vez de asomar al pajarito cada hora, lo que muestra al abrirse las puertecitas es un terrible dragón peludo que escupe fuego daba la hora a la familia Monster en la serie de TV; o también un cocodrilo que sonaba tic-toc-tic-toc por haberse tragado un reloj despertador perseguía y le ponía los nervios de punta al Capitán Garfio, porque también ya le había comido de una dentellada, una de sus manos en el cuento de Peter Pan; o el reloj derritiéndose lleno de hormigas en la “Persistencia de la memoria”, la única obra que de verdad me gusta entre todas las que pintó Salvador Dalí. Estas son las imágenes que me llegan a la mente sobre la utilización de la fantasía aplicada a lo relojes. Claro está que también existen aquellos relojes de muñeca en donde Mickey Mouse o Popeye mueven sus brazos a la manera del horario y el minutero y un reloj de pulsera, negro elegantísimo, sin números, con esferas y agujas negras también, estupendo para ver la hora de noche y poca luz!!!
A mi particularmente esas cosas me encantan, sobretodo por el desenfado total aplicado al diseño, no solamente de relojes sino de todos los objetos de uso diario. Sin embargo Victor Papanek opina de un modo diferente, el dice: “sabiendo que en una casa normal los relojes despertadores no van a volar a una velocidad de 800 Km. por hora, creo que estos relojes de línea aerodinámica están fuera de lugar”. Con este pensamiento tan “purista” y tan de los años sesenta, él dictaba cátedra y conseguía seguidores para lo que se llamó “proyectar para un mundo real”. Pero ¿Cuál es ese mundo real? Pregunto yo. Hoy en día, a menos de un año de tan esperado año 2000 no creo que alguien le cause molestia un reloj de línea aerodinámica. ¡A mi me encantaría tener uno! Y mucho mejor si este se desplaza volando con propulsión a chorro por toda mi casa a 800 Km. por hora al estilo Poltergeist. Esto sería lo máximo! Una casa al estilo Pee Wee Herman, llena de alucinantes objetos, o poder hacer realidad el toon town de Roger Rabbit, me haría brincar de alegría.
El diseñador que trabaje con fantasía, con esa facultad de espíritu capaz de inventar las imágenes más insólitas para luego unirlas a la razón y así poder realizar el objeto ideado, con seguridad logrará hacer algo importante en la vida.
“Lucy en el cielo con diamantes” es una bella alucinación de Ringo Star que aún es imposible de realizar a no se r bajo los efectos del L.S.D. o una holografía (imagen tridimensional realizada con rayos láser). Sin embargo “La Sagrada Familia” de Gaudi en Barcelona o las figuras habitables de Niki de Saint Phale sí son una cosa real, transitable y tangible, así como también las pantuflas peludas con forma de Snoopy o de conejitos, o el Mambo-Taxi de Almodóvar en su película “Mujeres al borde de un ataque de nervios…”
La fantasía ayuda a los artistas a inventar seres sobrenaturales, dragones, ángeles, apariciones mágicas. Ambientes insólitos y situaciones fuera de al realidad. ¿Se imaginan cuando todo esto invada definitivamente el campo del diseño?.
Hoy ya se comienza a hablar del “arte psicopatológico”” y es el Dr. Tellez Carrasco del psiquiátrico de Barbula quien nos resume dos historias de pacientes del taller de arte de este hospital, que por sí mismas hablan de la interrelación de este arte con el diseño fantasioso.
Uno es el caso de Juan B.C. de 61 años, alfarero, quien sufre de esquizofrenia paranoide presentando un sistema delirante de persecución e ideando, para protegerse de sus enemigos, unas “coronas” hechas de hojalata, cartón, clavos y piedras. Las hermosas coronas poseen una carga mágica sin par, capaces de repeler a cualquier enemigo o de acercar a los hombres de buen corazón.
El otro caso es el de Silvio R. de 65 años, agricultor de profesión, quien padece de esquizofrenia residual. Presenta alucinaciones visuales y auditivas e ideas delirantes de grandeza y de contenido mítico. Suele tener “avisos” de San Miguel Arcángel y de San Marcos de León. Dibuja entonces una y otra vez al infinito una especie de gallinas peludas que son su obsesión y a las cuales maneja como “contras”; luego se fabrica unos zapatos también peludos en forma de gallina y camina con ellos repeliendo “el mal”.
El diseño de fantasía es el futuro hecho ya presente. Pero hay que estar atentos con al línea de separación entre éste y los objetos de mal gusto, porque es muy sutil lo que divide unos de otros. Esto sólo depende de la cultura que se tenga, del gusto en sí y sobre todo del buen ojo al escoger para saber qué cosa es divina o “cute” y qué otra es cursi o “Kitch”. Para esto hay que abrir bien los ojos, tener información sobre lo que sucede en el mundo, lo que rinde interesante la vida, renovándonos y participando en la transformación de esta sociedad. Es necesario, por lo tanto, que seamos más cultos y aunque la cultura sea como una medicina de sabor desagradable, hay que tomársela para estar llenos de salud.
Pienso que el diseño, no es otra cosa que un instrumento para mejorar la calidad de la vida. Así que de ahora en adelante, ¡que viva el diseño!, ¡que viva… pero con mucha fantasía!!!

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